El Campo
(La Pernía, Palencia)
El Campo aparece citado por primera vez en documentos de 1037 y 1069, recogidos en el Libro Tumbo de la Catedral de León. También aparece posteriormente en un documento de 1181, por el que Alfonso VIII concede a su tío Raimundo, obispo de Palencia, heredades y derechos sobre varios lugares del condado de Pernía.
En este mismo documento se cita también el pueblo de Caminos, hoy desaparecido, que debía encontrarse entre las localidades de El Campo y Lores. El antiguo Camino Real transcurría por estos lugares, pasando por San Salvador de Cantamuda, El Campo, y continuando después hacia Caminos.
Hasta mediados del siglo pasado existió en el pueblo una casona con capilla propia, levantada en el siglo XVIII y perteneciente a Santiago Gómez Inguanzo, miembro de una influyente familia perniana. La casona se arruinó hasta desaparecer y la capilla fue derribada para edificar en su solar la escuela del pueblo.
Los vecinos de El Campo celebran la fiesta de San Pedro, el 29 de junio.
Antiguamente, también se celebraba Santiago (25 de julio) en la Venta Urbaneja, y cada 28 de agosto tenía lugar “la Pelea”, donde era costumbre que los toros de El Campo peleasen con los de Lebanza. Después se celebraba una romería.
La Cruz de oro y el cáliz, del siglo XVII, fueron expuestos en las Edades del Hombre celebradas en Palencia en 1999.
Desde el pueblo de El Campo parte un agradable paseo hasta el Mirador de El Campo, desde donde se disfrutan unas fantásticas vistas al valle del Alto Pisuerga y a las montañas de La Pernía. El mirador fue instalado sobre la escombrera restaurada de una antigua mina de carbón y forma parte de la red de uso público del Parque Natural Montaña Palentina.
Se encuentra en la carretera CL-627, un kilómetro al norte de San Salvador de Cantamuda, aunque pertenece a El Campo.
Surgió como un centro para dar servicio y hospitalidad a los viandantes que transitaban por la zona, creado por la Cofradía de la Letanía de los Doce Lugares de Pernía y recibiendo el nombre de venta u hospital de Santiago (igualmente denominada como Venta Urbaneja). Tras la disolución de la Cofradía, la venta de Santiago pasó a ser una ermita o santuario en el que se rindió culto al apóstol, hasta su ruina definitiva. Posteriormente, al lado fueron levantándose una serie de edificios que hicieron suyo el nombre de Venta Urbaneja, convirtiéndose en posada de comerciantes.
Ubicada en la arteria principal de La Pernía, la Venta Urbaneja se transformó en el centro del comercio de la zona. Especialmente destacable fue el negocio de vinos, telas o sal, pero también de piensos, ultramarinos, productos de confección, calzado, madera, etc.
Poseía tienda y los dueños también salían a vender por los pueblos de la zona. Esta actividad comercial se mantuvo hasta finales de los años 80 del siglo pasado.
Urbaneja, por su ubicación en un cruce de caminos, también fue tradicionalmente punto de encuentro de los rebaños trashumantes que se dirigían a los puertos de Lores y Redondo.
